Hay atardeceres que no se despegan del
pecho
Sonrisas que yacían dormidas sobre mis
pupilas
Me da por abanicarlas en noches
calurosas de ventanas abiertas de par en par
Ruidos sordos en aquella cama llena de
arrugas
Arrugas que se arraigaron a mi esqueleto
cuando te vi marchar aquella madrugada
Hoy la brisa me trajo antojo de ti
Y no le supe decir que no,
te busqué en otros brazos sin lograrlo
Y la muy cabrona me dió la espalda sin
antes susurrarme 4 palabras como puñales:
No volverás a sentirlo
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